Una exhortación pastoral: La ideología política del nacionalismo cristiano
- Pastor Vizcarrondo
- 22 mar
- 5 Min. de lectura

Saludo y Propósito
Amados hermanos y hermanas en Cristo:
Al reflexionar sobre el llamado que Dios ha puesto en nuestras vidas, siento la necesidad de abordar una preocupación creciente dentro del cuerpo de Cristo: la mezcla de nuestra fe cristiana con la ideología política del nacionalismo cristiano. Esta preocupación se plantea para guiar y nutrir a la iglesia de un pastor que cuida a su rebaño.
El nacionalismo cristiano y sus implicaciones
El nacionalismo cristiano, en su esencia, busca fusionar nuestra lealtad divina del cristianismo del Reino de Dios con la lealtad a una nación política con sus sistemas terrenales. Quiere incorporar valores y principios bíblicos dentro de su sistema social. Así trata a menudo de equipar el patriotismo con la piedad. También, sugiere que amar a la patria es actuar en alineación con la voluntad de Dios. Algunos usan Romanos 13 para justificar esta posición. Desafortunadamente estos valores y principios bíblicos se quedan cortos al servir lo terrenal y no el reino de Dios. La teocracia será establecida por Dios mismo y no por el hombre o una nación.
Si bien hay valor en participar responsablemente como ciudadanos y es de buen testimonio como cristianos, debemos ser cautelosos de no perder de vista nuestro llamado superior a ser embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20), proclamando Su reino eterno en lugar de agendas políticas y terrenales que buscan dividirnos entre “nosotros” y “ellos” o entre lo “santo” y lo “impuro”.
Distorsión de la Fe en Cristo
El peligro radica en la distorsión de nuestra fe en Cristo y el evangelio de Jesucristo. Cuando el cristianismo se apropia con fines políticos, su poder transformador se debilita. La transformación radica en la obra del Espíritu Santo (Juan 16:8) y no en las leyes terrenales, por más buenas que sean. No podemos dejar que la cruz de Cristo se convierta en un símbolo de división en lugar de reconciliación, y el Evangelio se reduzca a una retórica en lugar de la verdad vivificante del sacrificio de Cristo. Tal camino puede llevar a la exclusión, el orgullo e incluso a la idolatría, donde la nación misma se convierte en objeto de adoración en lugar de Dios mismo, el Creador de los cielos y la tierra, que reina, sobre todo.
Como cristianos, estamos llamados a amar a nuestro prójimo (Mateo 22:37-39), sin importar su nacionalidad, etnia, clase social o afiliación política. Para Dios ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer (Gálatas 3:28). Dios no hace acepción de personas (Romanos 2:11; Hechos 10:34).
Estamos llamados a servir a los marginados entre nosotros (Mateo 25:40), a buscar justicia y misericordia (Miqueas 6:8), y a dar testimonio de la gracia que trasciende fronteras y límites. Sin embargo, el nacionalismo cristiano puede llevar a actitudes que contradicen estos valores, fomentando la división en lugar de la unidad y priorizando el poder sobre la misión de evangelizar a todo el mundo (Mateo 28:16-20).
Las Escrituras nos recuerdan que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20). Si bien respetamos y honramos a las naciones en las que residimos, nunca debemos olvidar que nuestra lealtad suprema es a Cristo y Su reino. Los gobiernos terrenales, por nobles que sean sus intenciones, son imperfectos. No pueden encarnar completamente la justicia, la paz y el amor que Dios desea para Su creación. Confiar en ellos por encima de Dios es malinterpretar la naturaleza de Su soberanía y la Escritura sagrada, la Biblia.
Exhortación a la humildad
Al criticar el nacionalismo cristiano, les insto a abordar este tema con humildad y oración. Examinando nuestros corazones y aseguremos que nuestras acciones, palabras y prioridades reflejen el amor de Cristo en lugar de una ideología política. Resistamos la tentación de ver a otros como adversarios basados en sus puntos de vista o afiliaciones, recordando que toda persona es hecha a imagen de Dios (Génesis 1:27).
La Fe en Cristo: Un tesoro
Amados, nuestra fe en Cristo es un tesoro, no una herramienta para la manipulación, forzar cambios, ni para infundir miedo para lograr poder político o terrenal. El verdadero evangelio de Jesucristo es una relación viva con Jesús, primero en nosotros, no un gobierno, marcada por el arrepentimiento personal, la renovación y la gracia. Tenemos que cuidarla celosamente, asegurando que permanezca pura e incontaminada y que el atractivo del beneficio político no manche nuestra misión, nuestro mensaje. Por esto la Biblia nos exhorta en 1 Timoteo 4:16: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.". Tenemos que velar por nosotros primero tanto por nuestra propia vida espiritual y moral para que esa palabra de Dios sea de valor a otros.
Un llamado a la paz
Con este espíritu, busquemos ser pacificadores (Mateo 5:9), constructores de puentes y fieles testigos de la esperanza y la salvación que solo se encuentran en Cristo. Oremos por nuestros líderes, nuestros vecinos e incluso por aquellos que pueden oponerse a nosotros, para que el amor de Dios sea conocido en todos los rincones de la tierra. Tengamos claro, la iglesia a pasado por grandes persecuciones, pero a perseverado porque no es un gobierno terrenal, sino que ha sido establecida por Dios. La iglesia no son cuatro paredes, somos nosotros.
Oración de compromiso
Repite esta oración con un corazón arrepentido:
“Te alabamos oh, Padre celestial, vengo delante de ti para reafirmar mi compromiso con tu Evangelio, confiando no en los reinos de este mundo, sino en el reino eterno de tu hijo, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Así esperamos que tu Espíritu Santo nos siga transformando para ayudar a otros. Te lo pido en el nombre de Jesús, tu hijo amado; ¡Amen!
Preguntas de reflexión:
¿De qué manera el nacionalismo cristiano podría debilitar el poder transformador del Evangelio y desviar nuestra lealtad suprema a Cristo y Su Reino?
Reflexiona sobre cómo este enfoque podría alterar la misión de reconciliación y unidad del cristianismo.
¿Cómo puedes vivir tu llamado como embajador de Cristo, proclamando Su Reino eterno, mientras participas responsablemente como ciudadano en una nación terrenal?
Considera cómo mantener el equilibrio entre tu fe y tu rol en la sociedad.
En tu vida diaria, ¿cómo demuestras que tu fe es un "tesoro vivo" y no una herramienta para la manipulación o agendas políticas?
Piensa en las maneras en que puedes proteger la pureza de tu fe y mantenerte centrado en la misión del Evangelio.
Con gracia y paz,
Dr. Luis R. Vizcarrondo
Excellent message!